Una de las facultades más pobres que he
evidenciado en el ser humano en este estadio evolutivo, es decir, en términos
históricos durante los últimos doce mil años, es la capacidad de anticipar los
EVENTOS FUTUROS… Para los hechos presentes poseemos ante todo los sentidos de
nuestra percepción sensorial: podemos ver, escuchar, tocar, etc., lo que se
encuentra aquí y ahora. Para el pasado poseemos la memoria, que nos hace
presente lo que ya no está aquí y ahora; pero para el futuro apenas poseemos la
imaginación, la intuición y la fe –débiles, equívocas e inciertas facultades--
de representarnos lo que podría llegar a ocurrir, porque --dicho sea de paso--
cuando le asignamos la razón a la anticipación no alcanzamos sino a proponer
probabilidades, especulaciones e hipótesis que, en la mayoría de los casos,
resultan vergonzosamente irrealizadas… Es decir, el FUTURO es la dimensión
temporal más incierta –todavía concebible dentro de nuestras limitadas
capacidades-- para el conocimiento y la experiencia humana.
Yo he tenido, por gracia divina
–digámoslo así para que se entienda fácil y simple--, la capacidad de ANTICIPAR
el futuro un 0,00001 por ciento más que la gran mayoría de los seres humanos.
Sin embargo, esta minúscula capacidad superior a la de mis congéneres me ha
permitido experimentar la realidad de una forma casi inhumana desde el punto de
vista del conocimiento y sus consecuencias para la experiencia de realidad…
Las personas, conciente o
inconcientemente, se dan cuenta de esta propia y colectiva deficiencia, y
reaccionan de diferentes maneras a su incapacidad. Unos buscan apoyarse en
agoreros, religiosos y adivinos que aseguran que son capaces de predecir el
futuro. Otros se apoyan en la cruda ciencia y en la razón para hacer todo tipo
de inferencias lógicas y especulativas. Otros se desentienden del futuro, y
viven enclaustrados en el mero presente y/o en el pasado. Otros se angustian y
desesperan. Otros se vuelven escépticos ante el conocimiento de la realidad; o
se plantean negativamente ante el futuro que no pueden llegar a conocer; o, al
revés, se mentalizan de que todo acabará siendo positivo y mejor. Y así, de
mucha otras maneras compensatorias o reactivas ante la propia o colectiva
incapacidad de ANTICIPAR EL FUTURO…
Yo --vuelvo a repetir-- no poseo más
que una minúscula capacidad adicional a la mayoría de los seres humanos. Sin
embargo, una de las más importantes consecuencias de VER MÁS para adelante,
resulta en la necesidad de ayudar a mis semejantes a VER MÁS HACIA ADELANTE,
simplemente porque lo que preveo en nuestro futuro URGE que nos preparemos al
menos y al máximo en el presente, ya que la Humanidad y los individuos no se
prepararon para este FUTURO casi nada en el PASADO...
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